Contra el frío





Lo de dentro de dentro sigue goteando como el dolor en el dolor que permanece profundo como unos ojos sin fondo que parpadea como la luz que me recuerda que me ame que me esté quieta que volveré a amarme 

Como la luz de otoño que atraviesa las vidrieras la luz atravesada en mi garganta como la luz de octubre que se entretiene en mi piel suave y tenue 

en los acantilados esos ojos llenos de mareas altas profundas 

y el corazón a lo bestia.

 

Me he llenado de cicatrices me las he besado todas y sigue habiendo espacio y sigo pareciendo bella y sigo siéndolo por dentro; 

estoy buenísima por dentro y por fuera me crecen tulipanes lirios orquídeas en los puños de las manos en las manos en las palmas para acariciarme toda 

como un lienzo preciso precioso suave y encendido y vivir así: encendida, hermosa.

 

Quiero tener el pelo largo como una cascada; fino y acariciar la pena y el desastre para luego cortarlo y no equivocarme más y descansar un instante de estos restos de existencia.

Cuando llueve tengo unas ganas terribles de abrazarte y de mirar el cielo mientras me respiras.

me lo estoy diciendo a mí; necesito abrazarme

 

Toda esta transparencia toda esta claridad en las ventanas de los ojos de las niñas de mi niña interior de estos huesos dulces de mis manos de mi piel

Ando descalza delicada ligera casi invisible para olvidarme a veces de que soy de que todo será invierno y alguna realidad que se me complica en los nudillos

 

He crecido creyendo, un poco rota, indecisa templada haciéndome daño un poco de daño mucho daño; 

dejando que me lo hicieran, 

limpiándome la piel del miedo y el cansancio.

Esquivando la soledad entreteniendo la ansiedad al salir de la cama y pareciendo aprendiendo el espacio el tintineo de la luz que me mantiene el verde de ojos del trocito de cielo de mis ojos 

 

He soñado con un lugar que hace los días más bellos, menos delicados 

Con la caída al vacío o el vacío que deja la caída 

Una caricia en el arañazo 

Un beso en la herida

‘no estás sola, mi niña; te tienes a ti’.

 

Ojalá el otoño te enseñe toda tu luz, ojalá no te destroces y sueñes con una casa grande con ventanas en las que estallan naranjos y jazmines, un abrazo sincero un abrazo porque sí porque nazca del propio frío.

 

A mí el frío me da ganas de abrazar porque el frío muerde y te encoje. 

Ojalá mezcan tu frío y te enderecen de amor y se vuelquen contigo

Y tirites de amor te acaricien la voz 

Permanezcan en silencio con las manos en las tuyas templando la ausencia 

Y no tiembles nunca más de dudas 

 

A veces es como estar en el fondo del mar y gritar como un golpe mudo un eco sordísimo

No te pido ayuda porque sabes que la necesito; 

algo suave dulce y delicioso un tulipán o un ramo de mil diciembres en el pecho la palabra a favor el viento en contra 

y el acurrucarme en una luz ténue en un rincón calmadísimo…

 

Sigue ahí, dejada caer, acariciada por la luz, sucediéndose, desnuda, impenetrable

Sigo ahí.

Aquí.

Venciendo al tiempo

 

Nunca te he hablado de mis manos pero ojalá supiese mirarme con ojos de sueño cumplido

Y me comprendiese con compasión suave y digna.

 

Como el frío diáfano que grita abrázame, cógeme la puta mano como en los paseos románticos, regálame una flor que lo embellezca todo, pinta la luz mágica violácea que inunda las ventanas o mis ojos que es lo mismo 

porque sigo abriéndolos cada día esperando verme necesaria


como una flor en medio del desierto.



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