lo de dentro vol I.
No se me da bien escapar,
pero tampoco quedarme quieta.
No conozco ningún sitio en el que
vivir a salvo de mí y el dolor reconoce ya mi nombre.
Y el dolor intenta mi forma.
Me siento desproporcionadamente
humana y vulnerable al verbo pertenecer porque pertenezco a todo y las cosas me
hacen suya y a veces me instalo en el pánico a perderlo.
Tengo una sensación insaciable de
querer ser otra; y cambiar mi nombre de sitio y romper esa parte de mí que se
parece a mí.
Y mudarme de imaginación.
Lamerme las cicatrices para hacer nuevas heridas, torcerme los tobillos para cambiar de dirección y cortar el pasado de raíz.
Y mudarme de imaginación.
Lamerme las cicatrices para hacer nuevas heridas, torcerme los tobillos para cambiar de dirección y cortar el pasado de raíz.
Todas las sombras tienen la forma
de todas las niñas que sigo siendo y la vida parece un patio de colegio donde
jugar al escondite con el tiempo y el dolor.
y sonrío como una niña porque lo
sigo siendo y una isla remota y perdida
y encontrada porque cada vez que te
miro baila el mundo.
En mi memoria voy a sitios donde no
existe la sed y no quedan huecos, donde el silencio es vehemente y la angustia de mentira.
Lugares en los que la oscuridad es la vida sin ti y las paredes no
lloran, donde parece que puedo respirar casi bastante y no me cueste casi
dormir.
Allí donde por fin todo son besos.
La realidad me tambalea cada día y
me tumba y el dolor y la hermosura pasean de la mano y te pido que me salves de
todas las ciudades en las que no quiero vivir sin ti.
Te pido que me salves porque me
necesito.
Volver al pasado, tal vez, para no
sufrir recuerdos indecibles, insignificantes;
pero encontrarme contigo allí
también para dejar de temblar y pedirte que me guardes para siempre contigo.
Me sabe la boca a tristeza
profunda, a silencio absoluto y me lloran las ganas de que todo salga bien y sigo
queriendo a veces ser otra a la que no le quepa el miedo, ni le pellizque el
odio, ni le sangren las manos de pensar…
Cada vez que miro al cielo pienso
que ya nadie lo hace y yo tengo las rodillas rotas de tanto querer volar porque
no quiero estar aquí,
huele a desorden y humedad,
pero existe tu boca que me abre el
camino hacia cualquier lugar en el que olvidar cómo duele todo lo que duele.
y apartarnos en los márgenes, por un momento o
para siempre, y acurrucarnos en lo nuestro.
Todavía me creo
invencible aunque tengo los huesos en los
huesos, aunque tengo la fuerza en los huesos, aunque tengo la paciencia en los
huesos
y el corazón de rodillas.
Todavía me creo
insensible aunque tengo el corazón a punto de
romperse por todas partes.
Necesito un rincón en el que nada
se parezca a lo de antes, pero sea como siempre porque no es nada en sí mismo
porque lo es todo a la vez.
Un rinconcito en el que hacerme
inmensa como la luz o la memoria.
Mi sitio ha cambiado de sitio y me
he vuelto a hacer pequeñita para volver a crecer mejor,
para no vivir encajada,
para atravesar con miradas dulces
los inviernos fríos,
para hacerme de hielo y que me
derritas,
y dejar de creer en palabras caídas,
y poner al tiempo en su lugar,
y abrir los ojos,
y darme cuenta de que no tengo ni
puta idea de quién soy, que a veces no soy lo que quiero, que a veces no me
quiero como soy;
y cuánto me cuesta
superar,
pero nos sostiene el amor.
Y cuando no haya solución, cuando
todo se rompa, cuando todo sean tinieblas: sácame
a bailar.
Como siempre, dices lo justo en el momento preciso en que lo necesito. Leerte me calma.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Abrazo gigante <3
ResponderEliminarEn serio, ¿cómo haces para ser tan precisa? Y tan preciosa. Qué bonita eres cuando escribes.
ResponderEliminarMil gracias, en serio. Gracias por el abrazo. <3333
EliminarMe encanta como escribes, los sentimientos parecen florecer en cada una de tus palabras.
ResponderEliminarY siempre los antiguos jardines envenenados que dijera Cernuda.
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