Sinceramente.
A mí me da miedo casi todo,
por eso creo que soy más valiente que
nadie.
Mira, aquí se ve cuándo me caí a los tres años y me rompí el labio contra
aquella barra de metal;
debajo una cicatriz del tremendo silencio que hubo entre nosotros.
Esta marca de aquí es de todos los sueños que tuve, que tengo, que tendré y
todavía y nunca se cumplirán.
También tengo una herida en la rodilla de cuando me caí, borracha, y me di
contra el bordillo de frente y tú no me salvaste;
rozaduras de amar con fuerza y rabia, tristeza y obstinación.
arañazos de siempres equivocados.
Esto de aquí es de una vez que me rompieron el corazón y todo tenía poca
luz y era terriblemente mediocre.
Las manos las tengo gastadas de proteger del frío a lo mío; a mi amor por
otros.
Debería contarte, también, que a veces me da vergüenza existir y por eso
respiro bajito y otras lo lleno todo de mí para que no se te olvide que una vez
nací y todavía sigo viva.
Ojalá pudiera explicarte lo mucho que me duele la espalda de llevar, de
soportar, de aguantar el miedo, las excusas, la tristeza, el suicidio, el
hambre, los nombres, la antigüedad… todo lo mío, y lo tuyo, y lo de mis padres
y mi hermana y lo que ya no será ni quisiera que fuese.
Me gustaría que supieras que hoy, justo hoy, me he mirado en el espejo y he
repasado mi cara, mis brazos, mis manos, mi pecho, mis caderas, mi espalda, mis
piernas, mis pies y he caminado desnuda sin saber hacia dónde respirar.
También tienes que saber que me he acabado para siempre para algunas
personas, pero soy completamente eterna para otras.
Este vacío de aquí, del estómago, del corazón y las costillas, es de una
vez que me dejaron sin nada, pero aprendí que todavía y jamás sabré elegir el
camino fácil y eso es lo que podría hacerme feliz.
Ah, mira, esta marca en la espalda es de otra vez que me rompieron el
corazón, pero al revés y con mentiras.
La vida me hirió y no supe ser niña, ni juguete, ni si quiera a veces
sombra de mí misma. La vida me hirió, pero y la nada y la gente y yo;
nunca he sabido esquivarme y detrás del insomnio y el castigo y la soledad;
aquí debajo; en el pecho, en la enfermedad, en el miedo, los escalofríos,
el odio, el manicomio de mi cabeza, mi cabeza llena de arrugas profundísimas,
mi corazón manchado de memoria; debajo de y en medio de la guerra: estoy yo.
Incómoda, cansada, nacida.
R e a l .
Nunca he sabido pronunciar el abandono, ni qué forma tiene mi ausencia;
en cambio, sé que sabor tiene la sangre, el trazo del llanto y el sonido de
la pérdida.
Sé que no sabes que nací luchando y vivo rendida, a veces, porque no me
sostengo, pero sé aguantar.
Aquí, en la clavícula, tengo un tatuaje por dentro del dolor que me
crearon, un lugar violeta donde crece la inocencia y no existe la memoria, pero
las ventanas llorarían si supieran cómo hacerlo.
He llegado miles de veces al fondo, lo he tocado y me han hundido.
Yo también tuve dieciséis años y fui de algodón y caramelo, tenía la piel
de melocotón y el corazón dócil e ingenuo. Yo también tuve diecisiete años y
fui horriblemente joven e inexperta y me atravesaron los pulmones con el amor y
el amor con el corazón y la cabeza con pájaros… yo también tuve dieciocho años
y empecé a entender que la vida es casi todo eco y un poquito de verdad.
Yo también tuve ganas de amar y hambre de sexo;
y ahora con veintiocho y contigo y con todo sigo amando el amor, sigo
amando el sexo porque es contigo porque sigo siendo igual de ingenua que a los
dieciséis, porque sigo amando como a los diecisiete, porque sigo teniendo
dieciocho y me gusta que me calienten el corazón.
Tengo heridas en los tobillos y la tráquea triste… y el fémur triste y la
tibia triste… y te abrazo de memoria cada vez que lloran.
Llevo encima veintiocho años de golpes, instantes, hogueras, incomprensión,
de pena, de poca gloria, de suerte turbulenta, de una canción tramposa…
Y querría contarte, antes de que no te des cuenta, de que se me nota en la
piel cuando amo, de que me brotan en la boca las ganas, de que te beso así
porque te quiero de esta manera…con el cuerpo y el hambre y a lo bestia.
Y tú…
tú me puedes querer sin permiso y con todo porque esta soy yo:
la de las cicatrices, la del miedo, la
rota, la imprudente, la atrapada.
la romántica, la loca, la dulce y
soñadora, la que se queda...
quiéreme así,
exacta
y precisa,
imperfecta y completa,
suficiente y sucedida .
o sino, no me quieras.
Hazlo tanto como yo me he odiado,
entonces sabré que es para siempre.
Cicatrices en los desvanes de la memoria.
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