Cosas inequívocas.







Háblame del amor en tu planeta,

Cómo sabe el tiempo en tus manos precipicio.

Háblame del amor en tu idioma, en el idioma de las flores valientes que crecen hacia fuera.

Enséñame tu oscuridad, tus sueños vacíos, tus silencios incómodos, la rabia terrible de un mal día, tu ansiedad incandescente, la tormenta tras la tormenta, tus manos de alambre, los caminos largos, la puta mierda de los espejos rotos, el letargo del corazón.

Pero después sácame de esta realidad común;
Árdeme en la piel, vuélvete ciego de amor, búscame en la oscuridad que habito, desangra mi miedo, duerme al tiempo, abraza mi cuerpo…

Derrite este glacial.

Cuéntame tu vida, que ahora es la mía;
lléname de pensamientos y riégalos para hacerme crecer porque todavía soy una niña diminuta con ganas de amar.

Háblame del amor con tus palabras vehementes e imprecisas; como árboles que caen con fuerza a golpe de viento desproporcionado;

le pongo tu nombre a una luz indecible, le pongo tu nombre a un laberinto, le pongo tu nombre a mis canciones favoritas, le pongo tu nombre a la verdad y a la razón, a los manuales de instrucciones y a la memoria. Llamo con tu nombre al amor, a las flores asilvestradas, a las bóvedas cruzadas y los techos altos, a la tranquilidad, a las llaves de todas partes…

Le pongo tu nombre al amor que necesito.

Se me doblan los huesos si me tocas; se me rompen como recuerdos cuando no te siento;

pero te siento y me vuelvo escandalosamente vulnerable al sabor de tus mejillas y al sonido de tus pasos, a tu piel de pétalos de sal, a tu boca de canción de amor…

Soñar en tu vientre y jugar al escondite con el tiempo;
esperar que no nos descubra mirando al infinito, que no nos consuma, que baile en nuestra dirección porque todos nuestros pasos hacia delante son bailes dulces y aterciopelados.

Echar raíces en tus manos… tengo tanta prisa por amarte que te esperaría despierta todas las noches para que me hicieras el amor…

Háblame del amor; explícame esta debilidad, este desconcierto: todo este peligro.
Enséñame cómo se ama en tu lengua.

Voy a llevar flores a todos los rincones sucios de Madrid para que todo el mundo sepa que se han acabado las despedidas, que siempre quiero verte, que todas las mañanas nos despertamos en París.


Juraría que ayer nos vi en un futuro y sonreíamos en todas las fotografías.

No te alejes…


Eres lo más parecido a una puesta de sol que conozco y yo solo quiero volar….




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