Tengo un plan: tú.
Todavía es domingo y yo me creo un
poquito menos cobarde
pero no tan valiente como para
exigirte que cruces el semáforo en rojo
o que me abraces teniendo claro que
acabaremos en la cama con la intención de desnudarnos.
Tengo el miedo en la palma de la mano
y voy a cerrarla;
voy a pulverizar el dolor, la
angustia y el tiempo.
Nos hemos mirado con el corazón y nos
han brillado los ojos.
Joder, soy un desastre; lo hago todo
al revés,
pero me he aprendido de memoria
cuántas canciones hay de tu casa a la mía.
No voy a andarme con rodeos: todo
apunta a tu boca.
He decidido esconderme debajo de algunas
complicaciones y espero que seas lo suficientemente idiota como para querer
enredarte en mi risa.
Dejo la mente en blanco y sonrío
mientras te miro;
quiero follarte –pienso-
toda la vida –suspiro-.
He soñado que soñaba contigo y me
acercaba de puntillas pidiéndote perdón por no haber tachado contigo todos los
días del calendario de lo que llevas de vida;
prometiéndote una Navidad cada veintitrés de junio.
Después del miedo vienen tus brazos y
yo no paro de pensarte con las manos y mirarte con la boca; verás, quiero que
me toques con los ojos y gimas con las ganas.
Quiero que te corras de risa y te
mueras de orgasmos.
Entre cervezas, vino, promesas y
algunas noches sin dormir me he visto desde fuera subiendo a lo más alto solo para
verme caer desde más arriba y aterrizar en cualquier parte en la que tú me
esperes.
Yo solo vengo a decirte que quiero
enseñarte las estrellas; solo necesito un espejo y tu reflejo.
Si me das un momento te voy a querer
toda la vida.
Lo que tengo para ti es mi corazón,
voy a cerrar los ojos y a arder en los deseos que nos quedan por cumplir.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe quedaría con tantas frases... Sencillamente genial.
ResponderEliminarA veces, cuando encontramos a la persona adecuada, dejamos de tener miedo a los precipicios, porque sabemos que si caemos, habrá alguien que nos sirva de Red.