Porque contigo.


Pocas veces le veo sentido, 
aunque últimamente tengo que decir 
que mucho menos que de costumbre.

Y qué si no vuelvo a verte, y qué si no vuelves a tocarme.
Y qué si las calles ahora son un poco más rectas,
y están más contaminadas. Qué,eh? QUÉ.

Pues nada, que sería todo como siempre. 
Que yo hago como si nada, 
pero es que es nada.

Y en los laberintos que me construías se convierten en montañas que yo ya he subido un par de veces,
cada día.
Hemos arañado cristales, y roto corazones;
como cualquier persona normal.

A veces me sorprendo a mi misma dando vueltas en círculos,
sin querer decir nada,
Y deliro mientras te cuento lo que no quiero contarte;
y se me pasa lo que nunca me ha pasado.
Que mientras haya noches, sobrarán las penas,
las rosas rojas, la poesía y el vino (contigo siempre,Paula).

Repítete “que no pasa nada”, como siempre,
Y a lo mejor, su(e)rte efecto, 
o simplemente te acostumbras a que de verdad no pase nada
y que lo único que pase, sea el tiempo.

A veces pasa, que mueves ficha, y se descoloca todo.
Así que mejor dejarlo como está, y ya me coloco yo, tranquilo.


Oye, y que si hay que discutir, se discute;
que lo que viene después supera lo anterior, 
“que me desato y verás”.
O también puedes atarme tú, pero eso es otra historia.

Tengo la puta costumbre de encender hogueras 
que luego no sé apagar.
Y claro.

Pero es que él me dijo que me quería…
echar un polvo, y yo lo de echar lo llevo en las venas.
Te echo de todo.
Y tú me haces de todo a mí.

Nos lo podemos montar como quieras. 
Yo pongo el tabaco y tú trae algo de beber.
Que del resto se encarga la noche.





Porque ya sabes;
Me da igual cómo acabar,
mientras sea contigo.

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