A todas.










Todo lo difícil toma la forma de mi silueta silenciosa

Imagino cada día todo lo que quisiera volar y las niñas de mis ojos me miran extasiadas por primera vez porque la última que lo intentaron yo seguía cayéndome hacia todo lo que no tiene vuelta atrás.

Tengo una pena pequeñita y brillante bordada en la boca y toda la soledad escurriéndose por mis mejillas y dibujo con el índice el idioma del amor en varios idiomas que solo entiendo yo.

De todo lo que me vence me queda la luz diáfana que no me abandona que recorre mi cuerpo que transforma despacio la oscuridad que siento cuando siento miedo y me vuelve transparente y tibia como una ola dulce de olor a tarta recién hecha.

Bailo para mí porque necesito ver mi cuerpo pronosticando libertad

Algunos días me acuerdo de otros en los que fui un poco más inmensa o quizá menos consciente más arrolladora o imprecisa

He vuelto a hacerme de día y no sé disimular cuando estoy triste y tampoco distinguir cuándo no lo estoy.

Estoy construyendo un nidito de amor propio de amor libre donde sentirme a salvo o salvarme de cualquier amor que no lo sea.

Ahora mi cuerpo pronuncia la soledad indecisa y la luz baila a mi alrededor para enseñarme que ‘no todo lo perdido era bello’.

Me acribilla el tiempo y el miedo se posa en mis córneas sucias vacías húmedas.

En mi reflejo encuentro por fin a una niña bella que ríe y se esparce por mi boca, descalza y embarrada, hundida, sincera y con ojos de niña bella que ríe.

Debí amarme siempre a pesar de la prisa, de las manos que asfixiaban las mías, de los octubres mojados, del muro imposible y la lluvia ácida, del viento roto que silba entre los huesos, de las oscuras golondrinas.

Mi piel guarda de memoria todas las veces que permití que me rozara otra más áspera, más injusta, más torpe.

Y todos los abrazos que no me di o que me dieron sin querer hacerlo o sostener el daño de otros en mis manos porque estoy hecha de pena y saliva. 

Mirarme era enamorarme del terror que me daba no haberme amado antes como otros debieron hacerlo y sin embargo me sostengo la mirada porque me parece importante verme a pesar del miedo.
Hacerme el amor y besarme las muñecas es la única manera y todas las posibles de cuidarme o cultivar la inocencia como campos de lirios dulces breves.

Necesito abrir la mirada y que nazcan alas de mis pestañas extenderlas por mi pecho que se vuelque el dolor en mis manos y después limpiármelas con paciencia y sin olvido.

Me pelliza ese dolor frágil y hermoso que me roza finamente la piel y es la pérdida y el miedo grande como una casa abandonada frente al mar como la enredadera que la cubre como la sal que la entierra.

Pero me quiero a través de todos los cristales rotos; de todos los suicidios que sostuve por amor.
Me quiero a pesar de no hacerlo a veces lo suficiente.

Porque me he dado cuenta de que me hago mayor y daño cada vez que levanto la mirada y no me veo el corazón.

A pesar de las promesas de mierda, de habérmelas creído todas, de la culpa, del ‘ojalá vuelva’ sabiendo que jamás lo haría;

Me quiero por haber peleado con los dientes lo que un día me arrancaron de la boca, me quiero porque supe desde el primer día que tú no lo harías.

A pesar de pisotón, de los portazos, del llanto, de la caída por el empujón, del puñal en la espalda y en la garganta y en el corazón; a pesar de la invasión, del lienzo roto.

De la angustia y la agorafobia; a pesar de la autodestrucción.

A pesar de la sangre en las paredes, de los años jóvenes, de los caminos de piedra, de los ojos en la nuca….

Me quiero aunque a veces no lo parezca y he hecho de mi mirada un hogar y de la memoria un abismo.

Me gusto vulnerable y transparente, semidesnuda, tierna, destruida y capaz.

Porque yo he soportado la mirada furiosa del tiempo

He decidido, todavía, no rendirme

Y crecer

Y seguir sosteniéndome a pesar de todos porque me prefiero antes que al resto

Porque, mi niña, niña mía; todo lo que te nazca del corazón que te arda en la garganta que te pellizque el estómago, todo lo que parezca un nido de girasoles apunto de estallar: merece tu extinción.

Así que levanta la cabeza y no dejes que te vuelvan a pisar el corazón.



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