Este grito no es de auxilio.
He sido niña y silencio,
lámpara, primavera, canciones, corazón y precipicio.
He crecido en medio del
viento y los crujidos, del morir mañana y el ‘sálvame y cúrame las rodillas’.
Me han amontonado como a
piedras, lapidado con ellas, me han robado la razón y agarrado los dientes.
Yo; hermosa, loca,
desnuda, sucia, delicada e irrepetible me he ahogado entre lágrimas y un cielo
de vidrio que sostiene esta ciudad que habito.
Me han desvanecido y
vaciado, también olvidado y mecido en manos sucias e ignorantes que contemplaban
la caída y no alzaban el puño.
Me quedé dormida y
pisaron las flores de mi jardín y construyeron castillos en mi contra.
Sobre mi pecho han
crecido amapolas rojas y para siempre y he sembrado tiempo y han crecido bellos
caminos a mi alrededor.
He dejado de tener miedo porque no te pertenezco.
He sido juzgada y también
territorio, flor, princesa y musa y no lo quiero
.
Me han mutilado la voz,
me han pisado sueños y confundido el corazón; pero soy mujer y no quiero ser
faro, ni suave, ni suelo.
He construido paredes de
hierro en mi vientre y existo fuerte y decidida, casi bastante y eterna.
Ya no temo la vida porque
no soy tuya.
He crecido y acariciado
el dolor; mujer, reina, pájaro y carne.
No niña.
Porque fui niña y me
comieron el final feliz, tuve anginas y me atormentó la oscuridad.
Porque fui juzgada y
también princesa y musa y flor y territorio y no lo quiero porque soy mujer;
y soy aire, bestia, paciencia,
y noche, y amante, y hermana e hija, y capaz, y delirio, y balcón, y amada y
calor, y necia, y verdad, y solemne y de nadie;
pero, sobre todo, por encima de todo: soy mujer y no necesito ser nada más.
Comentarios
Publicar un comentario