Capítulo uno; verdad número ciento veintiséis: vuelan cuchillos.
‘A las personas también
se las lleva el viento’.
Miguel Gane.
Yo un día viví del aire que había
entre nosotros,
del miedo,
de la distancia.
Viví de la puta rabia que me
desgarraba la garganta,
los domingos cargados de restos,
la impotencia de un buzón vacío.
Creo que deberíamos habernos tocado
más y habernos matado menos.
No hablo de tiempo, hablo de excusas.
No me dejaste sonreírte entre dientes ni dibujarte el mundo bajo el ombligo. Ya
sabes por dónde voy; no te declaraste.
Culpable.
El suelo está lleno de trampas y yo
nunca he sabido volar.
Tal vez te rendiste o es que yo nunca he querido jugar.
Nunca
supiste mirarme mientras dormía ni salvarme del mundo. No tuviste capacidad de
adicción; pero es que yo, tampoco.
Cuánto daño acumulaste en las
comisuras de tus labios para después soltarlo como un veneno, dulce y lento,
por cada poro de mi piel.
El vértigo a la velocidad de la luz
de la luna que nos alumbraba mientras corría en dirección opuesta a todos mis
principios sólo porque huyeras del pasado.
Me asusté del frío de cada palabra
vacía y volví a las hogueras del principio,
a las sábanas de tu conversación y
al exceso de risa nerviosa que delataba mi pánico a perderte.
Me retorciste la sonrisa hasta dar la
vuelta a mi mueca y convertirla en una ventana vacía y muerta.
Cogiste las ocho letras de un ‘te
quiero’ y las convertiste en las nueve de un ‘no vuelvas’.
Quizá me faltó
sentido común y un poco de literatura;
quizá no supe ser escalera al cielo ni
tu boca de incendios cuando te faltaba calor.
O es que no te diste cuenta de
que el mapa era el puto tesoro ni que amontonaba los libros solo para acumular
algo que no fuesen lágrimas.
Me asfixió tu indiferencia y entonces
me fui de ti inconscientemente.
He colocado tu recuerdo en el cajón
de la lencería pero sigue sin dejarme dormir y eso que han pasado más de ciento
veinte días desde que dejé de intentar cruzarme con tus silencios.
La suerte es la mentira más universal
que conozco y la felicidad la utopía más extendida que me gustaría conocer.
He empezado a escuchar nuestras
canciones y ahora solo oigo cómo crujen las paredes de este desorden de
lágrimas.
A la mierda.
A la mierda tu boca, tu brillo de
ojos y tus abrazos.
Me golpeo con los kilómetros que
dejaste entre tú y yo.
Quería decírtelo; no soy nada buena
cuidándome pero nunca me sacaste a bailar ni supiste desbordar los vasos ni mirar por
debajo de mi falda.
Tuve que aprender a descifrar tus gestos,
buscarte entre palabras y a jurarme cada día que cambiaría al día siguiente.
Después de todo, estoy bien; una
retirada a tiempo también es una derrota pero sigo corriéndome en tu boca cada
vez que cierro los ojos.
Después de todo, antes de ti, no
había nada.
Después de todo.. Sigo en pie, al
borde del precipicio, preparada para enamorarme de cualquier cuervo que quiera sacarme los ojos.
Tengo un espectáculo en el corazón,
una peli porno en el pecho y
una habitación con vistas al mar en
mi sexo.
Son las 5:35 y lo he llenado todo de
horas muertas.
Son las 5:36 y lo he puesto todo
perdido de ganas de follar.
Son las 5:37 y me he dado cuenta de
que la oscuridad no es más que falta de libros en una estantería.
He bajado las persianas y matado al
tiempo,
me he metido en la cama evitando
cualquier motivo para salir de ella.
Hoy también es mañana
por la tarde y sigue siendo de noche;
y a mí,
por más que me tape los
ojos,
me siguen dando miedo
las mentiras.
Sencillamente perfecto. Un placer.
ResponderEliminarJoder niña, eres magnifica
ResponderEliminarPerfecto se me queda pequeño
ResponderEliminarsiempre vengo, leo, y me voy calladita, porque nunca sé qué decir, porque atrapas y me dejas sin palabras.
ResponderEliminarpero hoy, joder, hoy te he leído y no sé si algo más se me ha roto por dentro o es que verme tan reflejada en algunas frases está ayudando a arreglar roturas.
arrasas. no sabría decirte si para bien o para mal, pero a mí me arrasas mientras te leo.
Y cuando encuentras a personas como tú, tan colgadas de las letras, personas como yo respiramos un poco mejor. Aunque lo hagamos a suspiros. Gracias.
ResponderEliminarY cuando encuentras a personas como tú, tan colgadas de las letras, personas como yo respiramos un poco mejor. Aunque lo hagamos a suspiros. Gracias.
ResponderEliminar