Todo lo que tenías que haber vivido entre mis piernas. Ana Barrero y Mauro Colomina.
Escribir a medias es algo así como compartir un poco el corazón.
Es como dividir la tristeza y ponerla encima de la mesa para que sepa un poco mejor.
Y con él ha sido como pedir una pizza y partirla por la mitad o bebernos una botella entera de vino, a kilómetros, pero juntos.
Nos ha quedado algo precioso y menos mal que ha venido a salvarme el domingo con su voz y un poco de poesía a medias.
Ahí va:
Lo más bonito de tu ropa era el momento en el que te la quitabas, la esparcías por la habitación y lo llenabas todo de amor.
Y lo peor de que llegaras era que después te ibas.
Y lo peor de que te fueras es que no volvieras, y yo me quedase sin lo que más me gustaba de mí, el contigo.
Cómo no te iba a querer si sacabas lo peor de mí para poner lo mejor de ti.
Solo me quedaba coserme la boca para no pedirte una noche más y tener que jurarte que me quedaría contigo en esa habitación empañando los cristales para dibujarte corazones.
Querernos más que menos y dolernos menos que más.
Despedirnos de la violencia del adiós y gritarnos en silencio que ya no hay guerras que luchar porque las cortinas están cerradas y estás dentro de mí.
Sospechábamos del tiempo que nos miraba de reojo y sonriendo y dudábamos de que los kilómetros al final supusieran el final; pero allí dentro, de mí, estábamos como en casa.
Como en una utopía permanente de cielos claros y soles de verano.
Tu voz era mi abrigo; tus ojos la casualidad más bonita de mi vida.
Pero lo peor de que llegaras era que después te ibas.
Y lo peor de que te fueras es que no volvieras.
Y que yo me enamorara hasta de tus miedos, que me jugara mi sonrisa contra el destino y que no me importara perderla en un cara o cruz.
Porque siempre fuiste eso: un cara o cruz; una caricia o un portazo; un pares o nones poniendo mi corazón en juego y mi mano sobre el fuego.
Y perderlo todo.
Y continuar sangrando aún sabiendo que no tengo ni una maldita excusa para quedarme a tu lado, ni un jodido perdón por tu parte,
Y darme cuenta de que uno más uno no era igual a nosotros.
Y que por perderte me haya perdido a mí, no te lo perdono;
No te perdono haberme empujado a quererte sin remedio y a saltar por un precipicio aún sabiendo que no llevaba paracaídas.
Te habría follado a poesía hasta quedarme sin palabras, pero ya me ves; ahora solo sé escribirte y poner un punto y final a algo que ojalá no hubiera terminado nunca.
No me quedan fuerzas,
ni ganas,
ni lágrimas para decirte adiós;
solo voy a escribir todo lo que deberías haber vivido entre mis piernas para que te des cuenta del mundo que te has perdido.
Y lo peor de que llegaras era que después te ibas.
Y lo peor de que te fueras es que no volvieras, y yo me quedase sin lo que más me gustaba de mí, el contigo.
Cómo no te iba a querer si sacabas lo peor de mí para poner lo mejor de ti.
Solo me quedaba coserme la boca para no pedirte una noche más y tener que jurarte que me quedaría contigo en esa habitación empañando los cristales para dibujarte corazones.
Querernos más que menos y dolernos menos que más.
Despedirnos de la violencia del adiós y gritarnos en silencio que ya no hay guerras que luchar porque las cortinas están cerradas y estás dentro de mí.
Sospechábamos del tiempo que nos miraba de reojo y sonriendo y dudábamos de que los kilómetros al final supusieran el final; pero allí dentro, de mí, estábamos como en casa.
Como en una utopía permanente de cielos claros y soles de verano.
Tu voz era mi abrigo; tus ojos la casualidad más bonita de mi vida.
Pero lo peor de que llegaras era que después te ibas.
Y lo peor de que te fueras es que no volvieras.
Y que yo me enamorara hasta de tus miedos, que me jugara mi sonrisa contra el destino y que no me importara perderla en un cara o cruz.
Porque siempre fuiste eso: un cara o cruz; una caricia o un portazo; un pares o nones poniendo mi corazón en juego y mi mano sobre el fuego.
Y perderlo todo.
Y continuar sangrando aún sabiendo que no tengo ni una maldita excusa para quedarme a tu lado, ni un jodido perdón por tu parte,
Y darme cuenta de que uno más uno no era igual a nosotros.
Y que por perderte me haya perdido a mí, no te lo perdono;
No te perdono haberme empujado a quererte sin remedio y a saltar por un precipicio aún sabiendo que no llevaba paracaídas.
Te habría follado a poesía hasta quedarme sin palabras, pero ya me ves; ahora solo sé escribirte y poner un punto y final a algo que ojalá no hubiera terminado nunca.
No me quedan fuerzas,
ni ganas,
ni lágrimas para decirte adiós;
solo voy a escribir todo lo que deberías haber vivido entre mis piernas para que te des cuenta del mundo que te has perdido.
Nuestra primera vez, y espero que no la última.
Un poema a medias es más poema, os lo digo yo.
Tengo un gracias que no me cabe en la boca.
Muy bonito Ana, me encanta! Sigue así bonita
ResponderEliminarMuchísimas gracias precioso <3 el mérito no es solo mio =)
ResponderEliminarBesobesobeso <3
"Escribir a medias es algo así como compartir un poco el corazón" Cuánta razón, a mí cada día me parece más difícil escribir sin acabar confesándolo todo. Preciosas tus letras llenas de vida, tus textos llenos de emociones :)
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