Dulce introducción a mi caos.

Pasa; aquí no hay puerta que valga,
y yo me masturbo pensando en ti.

Soy una estrella fugaz;
mira y pídeme.

Yo me quedo aquí, 
entre las flores, 
a mirarte pasar, mi vida.

Que entre tú y yo no quepa ni la más mínima duda;
solo quiero certezas y tus manos en mi pecho.

He aprendido a vivir en el desastre
y ahora apareces ordenándome sonrisas a cada paso;
me descoloca ser feliz y no saber qué hacer con tantas ganas.

Eres otra cosa a la que tengo que sobrevivir;
y voy a respirarte hondo hasta que duelas.

Ven,
que voy a enseñarte la magia que hay entre mis manos 
y tu boca.

Voy a saberte de memoria.
Hasta el último surco de tu espalda,
y el primero hoyuelo de tu sonrisa.

La constelación de tus lunares,
y la ruta de tus piernas hacia el éxtasis.

Los ríos de tus venas,
y los mapas de tus manos hasta el fin del mundo.

Tengo una mariposa escondida en mi habitación;
y no sabe qué hacer.

Es domingo, 
y son las seis de la mañana en alguna parte del mundo;
y yo solo quiero comerte a sonrisas,
follarte a suspiros,
y bailar miradas incesantes en tus sábanas.


No me dejes ni en paz.
Ni nunca.

Que te quiero cerca y suave;
y lento y despacio.
Y a todas horas.

No me distingo entre las hojas del otoño, y más ahora;
que te tengo vértigo y solo pienso en tirarme,
desde tu ventana.

Ahora solo tengo pie derecho 
y tréboles de cuatro hojas;

y todos mis abrazos con ganas de verte.





Y es que el sexo es más sexo desde que me corro pensando en tus manos;
y la vida es más sonrisa desde que sé que me miras.









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