"y ella no tenía medias."
Me
asomo a la ventana y esa chica de ayer ya no está.
Tampoco
juega con las flores del jardín.
Ahora
juega más bien con su vida.
La destroza, la raja de arriba abajo, la tira, la
rompe y la regala.
Juega
contigo, y conmigo. Y con nosotros.
Hace
puzles, y se bebe cuatro o cinco copas de vino, mientras habla con Joaquín.
Y
se desquita de esos ojos negros
mientras recuerda cuando fue la primera vez que
se prometió que sería la última.
Y
mientras él le quitaba las bragas,
ella se quitaba el corazón y lo tiraba por
el suelo,
como tantas otras veces.
Se
coloca, mientras deja que el mundo se hunda bajo sus pies,
y ella vuela entre
las nubes de su habitación.
Pierde
orgasmos por las esquinas,
y no tiene donde colgar el abrigo, porque lo perdió
hace tiempo
y a veces se acuerda de quererse.
Se hace
líos y se los lía como nadie,
y se pone preciosa mientras mira las páginas del
calendario
que tacha esperando que llegue ese último día.
Y
cuando se da la vuelta, se ve en el espejo,
mintiéndose como siempre.
Es una
experta en hacer equilibrismo y cortar la cuerda al mismo tiempo.
Y ha borrado
todas las canciones tristes.
Te echa
de menos los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes;
menos los sábados que
echa un polvo
con el primero que le regala una sonrisa. Por echar algo.
Y
mientras ella se envuelve en un festival de gritos consigo; se quita los
zapatos y devora los domingos.
Pero
claro; ahí están.
Ella se muerde las uñas,
y él la muerde todo lo que ella se deja.
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